Martes de Reflexiones

Te traemos todos los martes Reflexiones para que en casa o frente al Santísimo puedas tener tu momento a solas con él.

Pero tú, Belén Efrata, aunque eres la más pequeña entre todos los pueblos de Judá, tú me darás a aquel que debe gobernar a Israel (…)

8 diciembre, 2021

Miqueas 5,1

Ya se acerca la Navidad y no podemos permitir que nos encuentre sin habernos preparado. Seguramente ya estamos pensando con quién pasaremos esa fecha especial, qué debemos llevar, y hasta posiblemente ya estemos viendo ideas para regalos.

Volvamos sobre esto:
1. Con quién pasar esa fiesta. ¿Es que acaso la Sagrada Familia encontró lugar en alguna posada, con su familia?
2. ¿Qué llevamos? María y José no tenían más que pañales para envolver al niño y lo acostaron en un pesebre
3. Los regalos. Los magos le llevaron oro, incienso y mirra, pero los pastores llegaron allí llevando su humanidad y sencillez, postrandose ante el niño. ¿Es que era poco?

«Tú, Belén de Efrata, la más pequeña»… No perdamos de vista este gran misterio: que Dios se hizo el ser más chiquito e indefenso, para vivir entre los hombres y salvarnos. Y vino en la miseria misma: en la ciudad más pequeña, en un pobre pesebre, mostrándonos que es en la humildad donde Dios hace sus  designios.

En este tiempo, dispongamos un corazón humilde y manso para que Dios pueda hacer grandes cosas con nosotros. Nos dejemos guiar para ser transmisores de su mensaje e instrumentos de su amor.

Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud!

1 diciembre, 2021

(Sal 51, 10).

Este domingo comenzó el Adviento. Empezamos el tiempo de preparación para la llegada de Jesús, que siendo Dios eligió hacerse lo más pequeño e indefenso, para salvarnos.

Seguimos recorriendo día a día nuestro camino a la santidad. Por el pecado original, la naturaleza humana herida tiene una tendencia al pecado. Lo más importante no es «no caer» en la tentación, sino volver a levantarnos y buscar mejorar.

Los sacramentos son una gran oportunidad para hacer ese «borrón y cuenta nueva» y remontar vuelo, ya que nos dan el envión para continuar de la mano de Dios, que es la gracia.

«Renovemos el espíritu» a través de los sacramentos, especialmente el de la Reconciliación. Dejemos que Dios entre en nuestra alma y nos invada Su amor, para poder ser «otros Cristos» que lleven su mensaje de salvación y así, ser los santos que Él quiere que seamos.

“Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.”

9 noviembre, 2021

Mt 5,48
Llegar a la santidad muchas veces parece algo imposible, inalcanzable, ilusorio… Las tentaciones de cada día pueden hacernos pensar que esta meta es sólo para unos pocos. ¿Por qué parece que la Palabra nos exige tanto?

Para ser santos no tenemos que nacer perfectos, cosa que nadie puede hacer. Dios nos elige a los defectuosos y nos transforma, paso a paso, porque la santidad, como todo en la vida, es un camino. Este recorrido está lleno de sendas lindas, altibajos y obstáculos: buscar la santidad se trata de caminarlo día a día, con Dios de la mano.

La Palabra nos da la fórmula para llegar a la santidad: imitar al Padre. Por eso no podemos soltarlo en nuestro camino al Cielo. Él es nuestro Norte y nuestra guía, nuestro modelo a seguir. Nuestra vida debe estar dispuesta a escuchar qué quiere Dios de nosotros.

Te invito a que, cuando dudes sobre cuál es el rumbo que debes tomar, te preguntes: ¿qué haría Él?

«Pues Dios no nos llamó a vivir en la impureza, sino en la santidad»

2 noviembre, 2021

Tesalonicenses 4,7

En la vida es muy necesario hacer planes. Así se trate de un viaje, de una carrera universitaria, o de una competencia deportiva, es importante pensar en lo que queremos conseguir y diseñar un camino que nos lleve a ese objetivo. Sin embargo, a veces se hace difícil decidir qué hacer y cuándo; establecer prioridades entre todas nuestras actividades y poder llevar una vida equilibrada.

Muchas veces el problema es que no tenemos bien en claro cuál es nuestra meta, y nos dedicamos a armar planes que no nos llevan a ningún lado, solo sirven para llenar espacios de tiempo y hacernos sentir «activos». A vos, ¿qué te mueve? ¿Cuáles son tus metas?

Más allá de nuestros sueños y proyectos personales,  Dios nos da un objetivo por el que vale la pena vivir y pelear. Él no nos quiere para poca cosa. Él nos llama a ser santos, a poner toda nuestra vida en Sus manos y dejar que Él nos guíe hacia la gran meta: el Cielo

¿Querés ser santo? ¿Qué estás haciendo para conseguirlo? Te invito a que te preguntes esto y lo que te salga del corazón, con la mirada puesta en al Santísimo.

Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malos. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni morral, ni dinero.

12 octubre, 2021

Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malos. Les ordenó que no llevaran nada para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni morral, ni dinero.
Marcos 6, 7- 8

Jesús nos llama a misionar. ¿Qué es la «misión»? Es un llamado a salir de mi mismo, a anunciar al otro la Buena Noticia, pero es, ante todo, un servicio. Misionar es servir.

Y para hacerlo, no podemos detenernos en las cosas mundanas porque si nos entretenemos con lo superfluo, seguimos pensando en lo que «necesitamos para hacer esto» y no en el hermano al que vamos a buscar.

Pero Jesús no nos pide que dejemos absolutamente todo al salir al encuentro del otro: claro, hay que ir preparados. Lo que nos dice es que debemos desprendernos de todo lo que nos ata y nos frena en nuestro caminar, y también que miremos a nuestro lado. Nunca estamos solos: nos manda «de dos en dos», porque esta gran misión no es una hazaña personal, es un llamado en comunidad. ¿Y vos? ¿A qué estás siendo llamado? ¿Quiénes son hoy tus compañeros de misión?

Aquí tienen lo que era desde el principio, lo que hemos oído, y lo hemos visto con nuestros ojos, y palpado con nuestras manos, -me refiero a la Palabra que es vida (1 Juan 1,1).

28 septiembre, 2021

Aquí tienen lo que era desde el principio, lo que hemos oído, y lo hemos visto con nuestros ojos, y palpado con nuestras manos, -me refiero a la Palabra que es vida (1 Juan 1,1).

Aquí esta la Palabra, aquí esta la respuesta de Dios al hombre que lo busca constantemente en el mundo. Podemos tomarla entre las manos, leerla y releerla.

La Biblia es un libro, pero no de palabras inertes. Es Palabra viva, porque fue viva: fue dicha, escuchada, transmitida por generaciones, interpretada y creída, en la historia del Pueblo de Israel. Pero es viva porque hoy también la decimos, la escuchamos, la transmitimos, la interpretamos y la aplicamos a nuestra vida.

La Biblia no nos habla de lemas abstractos motivaciones «que suenan bien», sino que nos habla directamente como una persona habla con otra. Nos habla desde la experiencia de un Pueblo en su relación con un Dios que no se aleja, un Dios que han palpado con las manos, que nos ama tanto que fue Él quien salió en busca de los hombres.

No atesoremos este libro como una reliquia, un recuerdo antiguo. La aprovechemos, la «gastemos», ¿cuál es su sentido si no éste?Dios te habla HOY. Escucha Su Palabra, vivila

Este mandamiento que yo te doy no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance (…). Todo lo contrario, mi palabra ha llegado bien cerca de ti; ya la tienes en la boca y la sabes de memoria, y sólo hace falta ponerla en práctica.

7 septiembre, 2021

«Qué difícil es ser cristiano». Esto es algo que seguro alguna vez pensamos. La fe nos lleva a un constante discernimiento para elegir el mejor camino hacia Dios, ¡qué difícil es eso! ¿Donde encontramos la respuesta a las preguntas que nos planteamos diariamente? ¿A quién acudimos? ¿Y Dios?

En el camino del cristiano existen muchos obstáculos impuestos por el mundo, pero Dios se deja ver en las pequeñas cosas de la vida: en la palabra de un amigo, en la belleza de un paisaje, en la paz por una decisión bien tomada.

Pero Dios también está presente, siempre, en la Palabra y en la Eucaristía. Se ha quedado con nosotros porque nos ama, y quiere que vayamos a Su encuentro. Podemos palpar su mensaje con nuestras manos. Escrita por los hombres, e inspirada por Dios, la Biblia es nuestra guía para encarar el camino hacia el Cielo.

No tengamos miedo a agarrarla, a leerla y releerla, y a dejarnos interpelar por su mensaje  y llevarla a la vida. ¿Qué mejor regalo podría dejarnos nuestro Padre, que una gran carta de amor que nos ayuda a llegar hasta Él?

Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.

31 agosto, 2021

Proverbios 22, 6

Educar es una misión noble que cumplimos en distintos ámbitos de la vida. Los padres, los maestros, los hermanos y los referentes de todo tipo, instruyen pero sobre todo inspiran a quien los escucha, e influyen en el camino que van a elegir.

Tenemos en la Biblia el mejor ejemplo de maestro: Jesús, que, cuando eligió a los 12 apóstoles, comenzó una instrucción ardua, constante y precisa. Pero no lo hizo desde detrás del escritorio, sino viviendo junto a ellos, de día y de noche, forjando así a los primeros líderes de la Iglesia.

Enseñar algo a otra persona a veces es difícil: cuesta que alguien cambie sus hábitos. Por eso es importante aprovechar el tiempo con quienes nos siguen y acompañarlos siempre. Pero además recordar que tambien nosotros estamos aprendiendo siempre, y que por eso no podemos perder esa actitud que tienen los niños de escuchar, poner en práctica los consejos de los que saben y dejarnos guiar por quienes nos quieren. ¿Hacemos eso nosotros con Dios?

Jesús nos enseña cómo enseñar: siempre desde el amor, lo único capaz de cambiar un corazón. Pero solo con un corazón dispuesto, también podremos recibir

El que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos

24 agosto, 2021

«Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos» (Mateo 18, 2-4)

Seguramente, alguna vez dijimos o escuchamos: ”Yo ya estoy grande para eso”, como si la vida se tratara solo de superar etapas, dejando en cada una un pedazo de nosotros. Al crecer comenzamos a perder, entre otras cosas, el amor por las cosas sencillas. ¿Acaso jugar y disfrutar de lo cotidiano, es solo para los niños? ¿Por qué aspiramos a un mundo gris?

En la época de Jesús, los niños no tenían derechos, todo lo que recibían era un regalo. De igual manera, el Reino de Dios no se adquiere por las propias fuerzas, es un don que se recibe con la sencillez y el agradecimiento de un niño.

La inocencia, imaginación, curiosidad no tiene porqué ser de los niños. Estas son grandes fuentes de vida que no debemos perder. ¿Cómo es posible llevar la palabra de Dios a los más necesitados, si no vemos a la Palabra como don para todos? ¿Cómo podríamos ponernos en el lugar del otro, si nos sentimos «mayores» que los demás?

Él mismo nos dijo ”el más pequeño de ustedes, será el más grande en el Reino de los Cielos». Te propongo un reto para la semana: encontrar ese niño interior que nos llama a gritos y contagiar a los demás su alegría, amor, y sencillez.

Jesús dijo: dejen que lo niños vengan a mí, y no se lo impidan, por que el reino de los cielos es de quienes son como ellos

17 agosto, 2021

«¡Ya sos grande, madura!». ¿Cuántas veces lo habremos escuchado? Vivimos inmersos en un mundo de «personas grandes», donde «importante» equivale a «serio», y aspiramos a tener todo el conocimiento y el status que la edad y la experiencia nos pueden dar.

Nos envuelve una soberbia que nos impide creer que podemos aprender de los más chicos, de los que no tienen tanto camino recorrido. ¿De que sirve estudiar, trabajar, aprender, sobre las cosas del mundo cuando nos perdemos la esencia de la vida? Muchas veces somos como aquellos discípulos que, creyendo saber todo, terminan siendo obstáculo para llegar a lo que realmente importa: Cristo. Y El nos muestra que es justamente a los más pequeños a quienes tenemos que imitar para ser dignos del Reino.

Basta de ocuparnos de aquello que nos distrae. El trayecto es difícil, pero muy sencillo: hacer presente a Dios en todo momento, con alegría, sin peros ni condiciones; acoger a Jesús, que se nos regala en todo momento, como niños ante un regalo.

Hoy, y siempre, Jesús nos invita a todos a acercarnos a Él, a buscarlo con esa curiosidad y sencillez de los niños que, sin darle vueltas, van al encuentro de Aquel que los llama.