En paralelo a la misión de San Pedro, comenzamos una nueva misión en Tafi del Valle, fuimos del 7 al 11 de febrero. Por las mañanas, Apóstoles tenía su momento de retiro, vivimos un clima de espiritualidad y formación. Acompañados de María, nos llenamos de Jesús, para así poder llevar el mensaje a los demás y transmitir este amor tan puro y transparente.
Por las tardes, misionamos en la gruta y en Potrerillo (lugar cerca del Mollar) distribuyéndonos para poder rezar junto a toda la comunidad y poder compartir con ellos.
En la capilla de Potrerillo, realizamos la novena a la Virgen, y se armó una gran comunidad; de aproximadamente 25 personas entre grandes y niños. Con ellos, vivimos momentos muy fuertes, signos y pequeños/grandes milagros de María.
Además, gracias al Padre Rafa, hubo un gran encuentro de jóvenes en la parroquia, en el que participaron distintos grupos de las capillas y Apóstoles. Fue un encuentro lindísimo en donde cada uno (personal y grupalmente) disponía sus virtudes y lo que hacía, su carisma, la forma de enseñar y de amar. Hubo juegos, adoraciones, obritas, canciones y coreos; se presenció un clima muy íntimo y de mucha unidad. Al final, compartimos la comida y nos encontramos con unos misioneros de Buenos Aires que estaban allí.
Y el día de nuestra mamá María, 11 de febrero, fue un día intenso y lleno de misión. Participamos en la Misa del hospital. Se bendijo a todo el personal de la Salud, y el coro de apóstoles acompañó en la misa.
En Potrerillo, se fue en procesión, con signos que la gente había preparado con mucho amor y dedicación: coronas y denarios con flores; y así, todos unidos en María, fuimos peregrinando con La Virgen de Lourdes, y se les entregó a cada uno una virgencita de regalo. Hubo una peregrinación de niños en donde caminando y cantando pudimos aprender las virtudes y signos de Bernardita y María. En la gruta, celebramos misa, se realizó ceremonia de antorchas y reflexionamos todos juntos sobre los signos de Lourdes.
Este año vivimos el encuentro de María con Bernardita desde otro lado, vivimos una experiencia única que solo Dios nos da la dicha de vivir.
Por eso sabemos que María, que nos ama con tanta fuerza, siempre nos conduce por el camino hacia Dios.
Sabemos que María siempre va al encuentro de sus hijos, por eso este año nos regaló y nos dio la alegría de poder abrir una nueva misión: en Tafi del valle; en Potrerillo. Esperamos poder continuarla, siempre de la mano de María.
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