Lucía Sáez, miembro del grupo de madres Santa Ana, estuvo al frente de un proyecto que fue increíble y a la vez desafiante. Realizar un pesebre en tamaño real, desde cero, con personas reales poniendo sus rostros como moldes, darle forma, moldear con amor, fueron algunas de las cosas que tuvieron que hacer. Y no solo una vez, sino que esta es la segunda oportunidad en la que Lucía forma parte de esta hazaña.
¿El resultado? Una hermosa representación de lo que la Sagrada Familia significa: amor y entrega. ¿Querés saber un poco más? Aquí te dejamos un poco de lo que Lucía nos contó.
1. ¿Cómo surgió la idea de armar este pesebre?
A fines de octubre del año pasado en una conversación con Vale surgió la iniciativa de hacer un pesebre gigante y colocarlo en la vereda de la sede de Apóstoles del Lourdes. De mi parte previo a la conversación tenía ciertas dudas en embarcarme en tremendo proyecto, pero llegó a mis manos una frase de Santa Teresita de Lisieux que reza “Dios no pondría un deseo en nosotros si no quisiera que lo alcancemos» y sabemos que si Él te da una misión, también te da los dones para lograrlo.
Así comenzó todo… y el año pasado pudimos tener ese pesebre, puesto sobre la vereda para que todos pudieran disfrutarlo.
Este año, relizamos un segundo pesebre que surgió como un pedido del padre Jesús de la parroquia Nuestra Señora del Valle (Yerba Buena). Para asumir este compromiso le pedí a Vale la formación de un equipo que me acompañe en el proceso de creación. Me acompañó un equipo de lujo formado por Lourdes Gaya, Virginia Poliche, Laura Duarte, Elvira Paz Posse, Cecilia Crespo, Valeria Paz y Belén Perez. Además, contamos con la ayuda de Ignacio Terán y Oscar Pérez del grupo San José quienes armaron las cunas para ambos pesebres. María Inés Paz también colaboró donando las estructuras para las bases de las imágenes.
Como ven, nada se puede hacer solos, siempre necesitamos un buen equipo que nos ayue en los proyectos de Dios.
2. ¿Cómo fue el proceso? ¿Hubo alguna dificultad?
Formamos un hermoso equipo de trabajo. Cada una con sus talentos y mucha vocación de servicio.
Buscamos los primeros modelos para tomar la impresión de sus rostros y llegaron Luz María Sal y Raúl López Pondal fueron los primeros valientes. Este año, para dar sus rostros a María y José, Catalina López Pondal y Agustín Díaz Agote dieron su tiempo y su sí.
Hubo dificultades como en cualquier cosa que uno emprende, y eran más bien relacionadas con los materiales, ya que ninguna era experta en el tema. Sí trabajamos contra reloj para tratar de ponerlo lo antes posible.
3. ¿Qué te despiertan las personas de María, José y el Niño?
Mirar el pesebre terminado ya no fue mirar el rostro de los chicos sino ver realmente a quienes representaban.
De María siempre me conmovió su entrega generosa. «Mi alma canta la grandeza del señor y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador» es una oración que desde muy chica llevo en el corazón. María, la que es capaz de dejar sus planes de lado para entregarse completamente los planes de Dios.
De San José me enamora su confianza en Dios y su rol como protector de María y Jesús, me da a mí la seguridad de que puedo confiarle a mi familia, a mi esposo a mis hijos, a todos mis seres queridos.
El Niño Jesús me despierta mucha ternura y a la vez mi acción de gracias al Dios que me amó tanto que se hizo niño en medio de nosotros.
Por otro lado, mientras colocábamos el pesebre en la sede ver llegar a la gente con tanto amor y entusiasmo con tantísima devoción me inundaba el corazón y se me llenaban los ojos de lágrimas.
4. ¿Qué le dirías a la gente para que se anime a crear y soñar?
Creo que todo aquel al que le llega una idea al corazón por pequeña que sea tiene que prestarle oído. Sin temor te pones en las manos de Dios y le decís confiado «toma mis manos, mis pies, mis pensamientos y guíame vos». Es cuestión de animarse a arrancar y el resto se lo confías al Espíritu Santo.
¡Hay que animarse a soñar y a crear para Dios!
