Todo empezó en una Misión normal que hicimos a La Cruz, un sábado. Pero esa misión cambió mi forma de ver las cosas de un segundo a otro. Ya, a punto de volvernos a casa, Liliana me llevó a una casa que yo, en ese momento, no me había fijado, o no me había tocado para ir a visitar. De la casa color amarillo salió una señora con un hijo en silla de ruedas. ¡Eran Patricia con Maxi! Y yo desde ese día, sentí que Dios me llamaba para algo especial, que quería algo grande. Algo, que hasta ese momento, nunca había hecho: Catequesis Especial. Entusiasmado por mi nuevo amigo, empecé a averiguar sobre la Parálisis Cerebral, y ahí fue cuando di el Sí definitivo, y misión tras misión, después de pasar por todas las casas llevando La Palabra de Dios, al finalizar voy a la casa de Maxi para tener un encuentro especial con él, y con nuestro Señor.
Preparar las charlitas breves, una semana antes de ir a La Cruz, es un deber que tengo que cumplir, porque no es sólo para que Maxi aprenda y conozca más a Jesús, sino también es para demostrarme a mí y a los demás que sí se puede ir más allá, que no hay que conformarse con quedarse en casa e ir a Misa los domingos y días de Precepto, que Dios siempre nos pide un esfuerzo más, dar un paso más de lo que estamos acostumbrados.
A las charlas, las saco leyendo la Biblia, y ayudándome de las reuniones que hacemos con el Grupo de Apostolado. Según lo que se va a ver en la “Misión de Turno”, armo todo para que ese sábado salga todo a la perfección.
Cuando llego a la casa de Maxi, además de hacerlo jugar, de charlar con él y con su mamá, intento dar la Catequesis Especial. Trato de ir acompañado, para que me ayuden a dar la charla, pero hay veces que voy solo. Disfruto mucho de ir a la casa de Maxi, aunque a veces me quedo poco tiempo ahí, ya que también doy catequesis a los jóvenes de La Cruz.
¡Pero lo de Maxi no es todo! También tengo a otro amigo que me espera cada vez que voy. Se llama Fernando Frías, con la misma enfermedad que Maxi, y amigos entre ellos. A Fer le doy la misma charla que le doy a Maxi, con la misma dinámica. Y hago lo mismo: me quedo un rato hablando con Hilda (su mamá), y jugando con Fernando.
A Fer lo conocí en el club que hay en la Cruz, una Misión que hicimos para el día del niño, hace dos años. Lo encontré con Hilda, que estaban disfrutando del día. Y con Fernando, pasó lo mismo que con Maxi: conexión inmediata.
En el 2015, a fin de año, con los chicos de Apóstoles hicimos que Patricia, Maxi, Hilda y Fer, se consagren a María por medio de charlas que preparamos con el grupo de Apostolado, consagrando también a los jóvenes y adultos.
Esto es un poco de lo que Apóstoles de Lourdes hace como Apostolado, y que ya es una obligación linda y gustosa, levantarse temprano un sábado al mes, por cosas que sí valen la pena hacer.

Efatá – Campamento de varones | ¡VIDEO! |
Juan Cruz, Santiago y Bernabé nos cuentan un poco de como fue su experiencia en