A principios del año 2018, estaba buscando un nuevo grupo, alguno que me llene ese vacío que estaba sintiendo. En el retiro de Pascua Joven, le dije a Cande Moyano, que me cuente un poco de que se trataba Apóstoles, y me invito a una reunión; acepté sin dudar y nunca imaginé que en tan poco tiempo mi alma se iba a llenar de un amor inexplicable, y lo más lindo, que iba a sentirme verdaderamente parte de una familia.
A medida que el tiempo pasaba, la alegría iba en aumento; la ansiedad porque sea jueves para ir a la reunión, conocer a fondo La Palabra de Dios, hacerla parte de mi vida…en el mes de Mayo participé de Shekinah en Córdoba (1° Campamento Bíblico Nacional), ese fue el mayor de los impulsos, un campamento que hizo que me enamorara más y que esté segura de que Apóstoles era el lugar y el grupo donde quería estar y perseverar.
Al iniciar este año me propuse sumarme a más actividades, a comprometerme aún más, a servir a Dios a través del encuentro con el prójimo, estando atenta al que más necesita, llevando el amor de María y Jesús al otro. De a poco me fui sumando a las distintas áreas y conociendo más a fondo lo que era Apóstoles, lo que uno vivía y encontraba dentro de este grupo; en uno de esos días en la sede escuché que se acercaba el día de la misa de bandas, me preguntaba de que se trataba, ya que la mayoría hablaba sobre ese momento, pero preferí no indagar y dejarme sorprender.
La semana previa la viví con mucha ansiedad, quería que llegue el sábado para vivenciar ese momento, tenía muchas expectativas. Ese día, una vez finalizada la misa, comenzó la entrega de bandas, y cuando me nombraron, me pusieron la banda, sentí una emoción difícil de poner en palabras, algo dentro mío ardía, una felicidad que no se compara con nada; es más, me acuerdo que no me saque la banda hasta llegar a mi casa; una vez que me la quité, me quedé un rato mirándola, tratando de entender realmente el significado de ese momento, lo que había vivido y la importancia de un día increíble y soñado.
Tener la banda significa asumir compromiso con Dios, con María, con ser su apóstol y fiel servidor, es entender que sos parte de una familia, donde en cada persona ves a Cristo y donde todos hacen que te enamores de Jesús vivo; es correr a los brazos de María en busca de su paz maternal, en síntesis, es sentirse hija de Dios y sentirse amada eternamente.
Yo entendí a través de este momento tan único y tan mágico que no hay refugio más grande que el corazón de Jesús y María, donde pase lo que pase uno siempre vuelve a casa, a pesar de que a veces nos sentimos como la oveja descarriada o el hijo prodigo; porque es ahí donde estas contenido, donde está la paz, donde el dolor se transforma en alivio, donde hay un amor de entrega, desinteresado, sin esperar nada a cambio, ese es el amor de Dios.
Recibir la banda significó eso: volver a encontrarme con Dios y con su amor infinito; renovar mi si, entregándole mi vida entera.

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