El 11 de Febrero de este año, los Argentinos recibimos del Papa Francisco a nuestra primera Santa, llevando a los altares a María Antonia de Paz y Figueroa, la querida “Mama Antula”.
Nacida en Santiago del Estero en el año 1730, esta mujer representa un orgullo para todos. Conocer y profundizar su vida moviliza e impacta: una laica con decidida fe, valentía y espíritu evangelizador; un ejemplo de Iglesia en salida, contra viento y marea expandiendo los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, carisma en el que se había formado. Vivió con coherencia y convicción y realizó una misión enorme ayudando a los necesitados, caminando cientos de kilómetros para recorrer muchas provincias.
Apóstoles estuvo presente, porque, Liliana Stordeur, y su marido Pato de Zavalía, tuvieron la gracia de vivir este momento en el Vaticano, y llevarnos allí en el corazón a todos.
Lili (como nos gusta llamarla) nos comparte su experiencia.
¿Qué significa para vos haber podido estar en la canonización de Mama Antula?
Es un sueño, un enorme regalo de Dios que nos emocionó hasta las lágrimas. Realmente no puede vivirse de manera individual, en los brazos y el corazón trajimos a todos familiares , Apóstoles, amigos.. y en las oraciones los poníamos especialmente a su cuidado, para que ella nos impregne su estilo de vida con sabor a Evangelio, esperando llevar también aunque sea un poquito de tantos valores que caracterizan a esta gran Santa de nuestra Patria.
La canonización implica también una gran responsabilidad, de meditar y vivir el ejemplo que nos deja con su valentía evangelizadora, su convicción y fidelidad al carisma, entre tanto por destacar. Sin dudas es movilizador para nuestra vida el ver como sus acciones, con la mirada puesta siempre en Dios, la llevaron a ver los obstáculos, como desafíos a superar.
La sentíamos también muy cercana a Apóstoles, porque en nuestros fundamentos se proyectan valores que ella vivió realmente, podía verse que la firmeza de su accionar estaba inspirada en la claridad de su mirada confiada en Dios, de quien se nutría con su profundo ardor por la Eucaristía (que destacó en Papa), y en su conocimiento de La Palabra de Dios, que no quedaba solamente en su corazón, sino que al conocerla y reconocerla como “un tesoro” la llevaba a transmitirla como Misión a todos, enseñando los ejercicios espirituales de San Ignacio, como metodología y carisma.
“Los invito a que seamos testigos de este regalo para el pueblo argentino, pero también para toda la Iglesia”.
¿Cómo fueron las vivencias allí?
Lo más lindo fue que pudimos vivirlo como una peregrinación, un proceso en forma conjunta con el grupo de Argentina (gente de la Santa Casa y muchos que conocen a profundidad su vida). Todo muy bien organizado desde lo espiritual, hubo charlas, misas con obispos, adoración en vigilia en la iglesia de san Ignacio… ¡y tanto más!
Todo esto fue preparando nuestro corazón para vivir la canonización no solo como un recuerdo increíble e inolvidable, sino también como una experiencia espiritual.
Además, pudimos vivir previamente un encuentro especial con el Papa Francisco, tan cercano con cada uno, dándose tiempo para saludar y escuchar a todos los que estábamos ahí. Todo con un espíritu muy muy argentino cantando el himno y “zamba de mi esperanza” entre otras, (llevándolo con el canto también un poquito al Papa a su tierra).
Pude decirle balbuceando algunas palabras y que lo saludaba en nombre de Apóstoles pidiéndole ponga en sus oraciones a cada uno.
Este 11 de Febrero fue un día doblemente especial para nosotros, porque en el alma ardía el amor a la nuestra Virgen de Lourdes y parte de mí se escapaba a las misiones que como Apóstoles estaban realizando en San Pedro y Tafí del Valle; y por otro allí, viviendo a pleno junto a Pato la canonización, y sintiendo que siempre en el alma estamos plenamente unidos a ustedes, juntos en un carisma (ADL), juntos en La Palabra y Eucaristía, juntos en muchos sueños y proyectos, y juntos por todo el cariño que cruza océanos y borra distancias.
¿Qué palabras del Papa quedaron resonando en tu corazón?
Antes de la canonización el Papa recalcó que la evangelización está siempre primero.
“No rendirnos frente a la adversidad, no desistir en nuestros buenos propósitos de llevar el Evangelio a todos, a pesar de los desafíos que esto pueda representar”.
Mama Antula fue un ejemplo claro de esto, manteniendo su misión contra viento y marea. Un poco esta idea de que aunque las cosas del mundo te frenen, las cosas de Dios deben seguir.
Sin dudas fue para mí un soplo de convicción y valentía, de saber que estamos subidos en la barca con Dios y que debemos hacer frente al mar sea como sea que cada día se presente, sobre todo seguir con nuestra misión de llevar La Palabra y el amor a la Eucaristía a todos lados.
Otra frase linda fue “Firmemente arraigados en el Señor debemos ver en esto una ocasión en la que podemos desafiar nuestro entorno para llevar la alegría del Evangelio. Y recordar que debemos siempre abrir caminos, mentes, corazones, dispuestos al desafío!»
Mama Antula no se quedó en su lugar, salió de su provincia para “andar hasta donde Dios no fuese conocido, para hacerle conocer” y esto me hizo pensar mucho en la obra de Apóstoles y en todos los que muchas veces pudieron ir a llevar la misión por nuestra Argentina, y en todos los que lo hacen por los medios de la comunicación.
¿Algunas palabras finales?
Compartir a modo de oración en primer lugar pidiéndole a Mama Antula que guíe y proteja especialmente nuestro país, ¡su casa, su tierra!
Y sin dudas pedirle a Dios por el intermedio de nuestra nueva santa, que actúe en nosotros para fortalecer los dones de cada uno, y desafiar la tibieza con el calor y la luz del Evangelio.
Que la “mama” Vale (Lanati) que ya tiene por sus venas sangre de esta santa (y lo ha mostrado siempre en su actuar), nos siga enseñando a derribar muros; y el Señor nos ayude a poder ser para ustedes lo que necesiten, para afianzar lo construido y avanzar juntos a los sueños de Dios, donde podamos todos vivir y trasnmitir “lo que hemos visto y oído” con la alegría y emoción del testigo, que ha encontrado a Cristo y necesita compartirlo .
Que Cristo nos mantenga siempre unidos a su corazón, sintiendo que su latir nos impulsa a salir a anunciar sin miedos, sin cansancio y con creatividad, su amor incondicional.