LA PELÍCULA

Este cortometraje fue actuado, cantado, compuesto, grabado, filmado y empalmado por jóvenes amateurs; que entregaron su tiempo y dedicación sin ningún tipo de aporte, movidos por el espíritu nacido del Bicentenario de nuestra independencia (2016) y del Congreso Eucarístico Nacional realizado en Tucumán.
La obra quiere recrear, desde el seno de las tradiciones familiares, algunas vivencias de valor y fe de la historia de nuestro pueblo, reviviendo esencialmente dos hechos sucedidos en nuestra Provincia:
– La Batalla de Tucumán de 1812. Aquí recordamos el accionar del Gral. Belgrano, de Bernabé y Pedro Miguel Aráoz, de María Remedios del Valle, y de tantas personas que entregaron su vida, sus bienes, su tiempo y su esfuerzo. A todos aquellos que, confiados en la oración, lograron frenar al ejercito realista de Pio Tristán. Sobre todo, la puesta en escena quiere honrar a nuestra Virgen de la Merced, patrona y protectora; madre y custodia de nuestro pasado, presente y futuro.
– La independencia argentina de 1816, lograda aquí, gracias a la ayuda brindada por cada personaje que desde su lugar colaboró para que nuestra bandera flamee con toda la fuerza de un país libre y soberano. La obra invita a volver a sentir ese latido de la emocionante independencia, conociendo lo que originalmente buscaban, y defendían, para construir el “mañana” afianzado en las raíces.
Este relato se narra novelado desde la misma Casa de la Independencia en 1830, con la familia que la habitaba, descendiente de Doña Francisca Bazán de Laguna. Como todo aquel que ha vivido una historia digna de ser contada, el abuelo quiere enseñarles a sus nietos los valores que palpitan en esas paredes, y así los llevará a vivenciar la historia de la patria. Desde una mirada espiritual, destaca la fuerza de este pueblo piadoso y Mariano: quiere transmitir la clara conciencia de la presencia de Dios en nuestra historia; cimentada en Él, como dice el Acta de la independencia al iniciar: “invocando al eterno que preside el universo”.
Y Desde una mirada axiológica, se busca destacar una serie de valores como la familia, primera escuela de piedad; el heroísmo; el servicio; la generosidad; la valentía y la unidad.

La Zamba creada para el final une nuestra identidad, a la súplica y agradecimiento a Cristo Señor de nuestra Historia, vivo y presente en la Eucaristía.