Un Jubileo es uno de los momentos más especiales de la Iglesia Católica: un tiempo de gracia y renovación espiritual que se celebra cada 25 años. Millones de peregrinos viajan a Roma para vivir esta experiencia única y en esta oportunidad, un grupo de nuestros Apóstoles de Lourdes lo vivió en persona.
Desde emocionantes encuentros con peregrinos de todo el mundo hasta momentos de silencio que tocan el corazón, cada momento de este Jubileo fue una oportunidad para crecer en la fe. Acá te contamos cómo lo vivieron tres miembros de nuestra comunidad: Liliana Araóz (46), Rosario Siriani (18) y Guillermo Daniel (18).
¿Cómo viviste tu fe durante el Jubileo?
Liliana: Mi fe estaba siendo recargada con las muestras o los testimonios de tanta gente que tiene y tuvo fe como por ejemplo los santos que fuimos a visitar en distintas iglesias, en el Vaticano. También ver y sentir la fe de otras personas, que todos estamos en el mismo espíritu.
Ro: Durante todo el Jubileo, e incluso desde antes de comenzar el viaje, viví mi fe de una manera viva, encendida y profundamente esperanzada, con un ardiente deseo de compartirla con los demás. Desde lo más íntimo de mi ser sentía esa llama que encendía mi corazón y me impulsaba a seguir adelante a pesar de las dificultades. Así entendía que estaba ahí para reencontrarme con Jesús de una forma que nunca antes había experimentado.
En estos últimos meses, tanto en la preparación previa como durante el Jubileo mismo, sentí que Dios me concedía la gracia de una fe iluminada por el Espíritu Santo. Esa luz interior fue la que me permitió vivir toda esta experiencia intensamente.
Guillermo: Fue una experiencia que me marcó al ver a chicos de mi misma edad de todo el mundo compartiendo lo mismo y queriendo todos el mismo objetivo …que Cristo sea el centro de nuestras vidas.
¿Cómo se sintió estar frente al nuevo Papa por primera vez?
Liliana: Esta fue la primera vez que yo estuve frente a un Papa así que para mí ha sido muy novedoso y he reconocido en él la autoridad y lo he visto como una persona con mucha responsabilidad, investido por el Espíritu Santo para guiar a la Iglesia. Lo he tenido muy cerca porque pasó al lado nuestro cuando terminó la misa en la Basílica. Me produjo un respeto, como una reverencia muy importante y un deseo de rezar por él y toda la Iglesia.
Ro: Fue una sensación indescriptible. Al principio, no podía creer lo que estaba viviendo; me quedé observando todo a mi alrededor: jóvenes que corrían a su encuentro, algunos abrazándose, otros llorando y muchos sonriendo con una alegría contagiosa. Cuando tomé conciencia, yo también avancé hacia él. En mi interior me sentí como aquella mujer del Evangelio que, con fe ardiente, se abrió paso entre la multitud para tocar el borde del manto de Jesús, confiada en que recibiría la gracia (cf. Mt 9,20-22). Y comprendí que, aunque todos mirábamos al Papa, en realidad nuestros corazones corrían hacia Cristo. “No tengan miedo. ¡Abran de par en par las puertas a Cristo!” – San Juan Pablo II
Guillermo: Ver a una figura tan importante del mundo entero y como católico ver el sucesor de Pedro fue muy motivador. Corrimos con mi hermano y miles de jóvenes tras Él para verlo de más cerca y fue increíble lo que despierta dentro de uno.
¿Hubo algún momento que te marcó especialmente?
Liliana: Sí, hubieron momentos en los que recibí mucha gracia. Uno fue en Lourdes, antes de llegar a Roma, me tocó la gracia de poder rezar el rosario adentro de la gruta de Lourdes y de poder dar las lecturas de la misa ahí en la gruta. Otro momento que me marcó en cuanto a espiritualidad fue una Adoración al Santísimo que tuvimos la primera noche en Roma, en la Basílica de San Pedro, donde sentí muy fuerte la presencia de Dios. También me pareció importante las dos jornadas que tuvimos de los misioneros digitales porque resalta el mandato de evangelizar en las redes para poder pescar o encontrar a nuevas almas que están en búsqueda de un sentido.
Ro: Si bien todo lo vivido dejó en mí recuerdos y reflexiones imborrables, lo que más me impactó fue la Vigilia con el Papa. Me conmovió profundamente su sencillez y humildad al contemplar a Jesús Eucaristía. Pero lo que quedó grabado en mí fue el silencio estremecedor que reinó: a pesar de la multitud de jóvenes presentes, era un silencio tan absoluto que demostraba la real presencia de Cristo. “Estad quietos y sabed que yo soy Dios”* (Sal 46,11).
Ese instante me recordó que en Jesús somos uno; somos sus hijos y su amor no conoce fronteras de idioma, distancia o edad. “Todos ustedes son uno en Cristo Jesús”(Gál 3,28). “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.”- San Agustín
Guillermo: A mí la entrada a la Basílica de San Pedro abierta para muy pocas personas a la noche, con luz tenue y el órgano de fondo fue un gran regalo que Dios me regaló como hecho solo para mi … me estaba esperando con los brazos abiertos para algo grande… fue realmente el mejor momento de mi vida.
¿Qué mensaje de este Jubileo darías a los Apóstoles?
Liliana: Creo que repetiría el mensaje que dio el Papa en la Jornada de los Misioneros Digitales sobre salir a reparar las redes y llegar a las almas a través de estas plataformas, donde hay mucho individualismo y es necesario llevar la luz de Cristo, llevas la Palabra para que muchas personas puedan acercarse a Jesús. En definitiva el mensaje es continuar con esta gran obra de Apóstoles.
Ro: Les diría que vivamos siempre con esperanza, en la alegría de saber que Jesús nos ama, nos busca y nos espera pacientemente. Unidos en la oración, en su Palabra y en la Eucaristía, que son los pilares de nuestro carisma como apóstoles de Lourdes, nada ni nadie podrá separarnos de su amor. Y que no olvidemos que la felicidad que podamos experimentar en esta tierra es apenas un anticipo del gozo eterno del Cielo.
Guillermo: Que se animen a gritar nuestra fe, raro que sea yo el que diga esto porque soy re callado jajajaj, que parecemos pocos pero somos millones siguiendo y queriendo lo mismo. Que esa esperanza a la que Dios nos invita llene nuestro corazón y nos movilice para cosas grandes.
