Mi nombre es Felicitas Miguez, tengo 22 años y ya hace 12 que pertenezco a Apóstoles de Lourdes.
Este año recibí un llamado muy especial para organizar el retiro de «PASCUA JOVEN». Como su nombre dice, es un retiro organizado por y para jóvenes que se realiza durante la Semana Santa, acá en Tucumán, desde el año 2015.
Para los que no lo conocen les cuento un poco más, este retiro es organizado por toda la iglesia tucumana, convoca a jóvenes de todos los movimientos y parroquias. Está pensado para adolescentes de los últimos 2 años del secundario; es una invitación a poder vivir una Pascua diferente, reflexionando y acompañando a Jesús durante su pasión, muerte y resurrección.
Así también es el momento de acercar a todos estos jóvenes a la iglesia, que conozcan cuántos carismas existen, y que también entiendan que, cualquiera sea el que elijan, la iglesia sigue siendo UNA en Dios.
Usualmente este es un retiro de 800 personas, 600 participantes, 50 servidores (quienes ayudan a mantener el orden y la limpieza, ejemplo de entrega y servicio), 100 coordinadores (quienes guían a los participantes) y finalmente 50 organizadores.
En un año típico las cosas hubiesen sido así, pero este año, dado el contexto nacional y mundial, tuvimos que adaptarnos, reduciendo el número de personas a 70 coordinadores, 150 “pascuantes” y 34 organizadores. Es en este último grupo que Dios me llamó a servir.
Mi rol fue el de organizadora en el área de Coordinadores, desde convocarlos hasta prepararlos para que cuando empiece el retiro sean ellos los que guíen a su grupo de participantes sin dejar de vivir esta Semana santa.
Mucha gente se preguntó por qué no dejábamos pasar este año y hacerlo cuando todo se normalice, sin embrago, estábamos decidimos a llevarlo a cabo a pesar de la situación, porque no queríamos que nadie se pierda la oportunidad de vivir esta pascua diferente y porque confiamos en que, si ponemos de nuestra parte, Dios nos toma como instrumentos y hace milagros.
El retiro fue semi-presencial, empezó el día miércoles Santo y finalizó el Domingo de Pascua con una misa. Durante esos días tuvimos actividades y desiertos (reflexiones personales), vivos de Youtube todas las noches, y 2 horas de actividades presenciales por día.
Sin dejar de cumplir los protocolos, pero pensando en que los jóvenes necesitaban un espacio físico, llamamos a distintas instituciones educativas para que nos prestaron sus instalaciones para poder vivir ciertos momentos y actividades.
Con miedo a no saber cómo iba a seguir la situación, confiamos en la Providencia de Dios y el retiro salió como Él quería que salga. Sin dudas cada alma fue alcanzada por Jesús resucitado, y cada esfuerzo valió la pena.
De Apóstoles tuve la alegría de compartir con Rocío Veneziano y Santiago Díaz Lozano que estaban en mi misma área de coordinadores y Pilar de Zavalia que estaba en el área de Liturgia, a cargo de las actuaciones y filmaciones de el Via Crucis y las distintas representaciones que se mostraron a lo largo del retiro.
Este año el llamado fue a nosotros, pero Pascua se hace todos los años y necesita de jóvenes que crean realmente en este proyecto, en qué aun cuando no nos sintamos capaces, tengamos la certeza de que es Dios quien nos prepara, simplemente somos instrumentos y que con este retiro se transforman corazones.
Y vos, ¿te vas a sumar?
